Puerto Rico se encuentra en una encrucijada energética emocionante, ya que más del 10% de su electricidad ahora proviene de sistemas solares en techos. Este logro representa un paso significativo hacia la adopción de energías renovables, fortaleciendo la resiliencia de diversas comunidades frente a apagones y reduciendo costos energéticos.
Los beneficios de esta transición son evidentes en varios sectores. En el ámbito educativo, las escuelas equipadas con paneles solares han podido mantener sus operaciones de manera continua, incluso después de huracanes. Esto asegura que la educación no se interrumpa durante cortes eléctricos prolongados, garantizando un aprendizaje constante y protegiendo el futuro de los estudiantes.
El impacto positivo también se extiende al comercio y la agricultura. La reducción en costos operativos gracias a la energía solar ha brindado a las pequeñas empresas y a los agricultores locales la seguridad energética necesaria para competir de manera efectiva y con sostenibilidad. Esto es crucial para fomentar un crecimiento económico equilibrado y seguro en la isla.
Sin embargo, no todo es positivo, ya que emergen ciertos desafíos. El programa de medición neta, que compensa a propietarios por la energía solar excedente, enfrenta posibles recortes por parte de la Junta de Supervisión Fiscal. Esto plantea un riesgo considerable para la viabilidad económica del desarrollo solar futuro, poniendo en riesgo especialmente a las comunidades más vulnerables.
La evolución hacia una matriz energética más limpia y resiliente en Puerto Rico dependerá de políticas coherentes y del apoyo continuo a estas iniciativas. ¿Logrará Puerto Rico avanzar en su camino hacia una energía más sostenible superando estos desafíos emergentes?